El día en que me borraron de ti

Tiana
3 min readMay 2, 2021

Un día nos encontraremos de nuevo, frente a frente y recordaremos este día, como uno más entre muchos otros.

— Bueno, uno más no, será el día en que nos han dicho lo que debíamos sentir y decir.

Hoy no podemos decidirlo por nosotros mismos, eso esta claro. La mente no piensa con claridad, nuestros sentimientos obnubilan nuestros sentidos. A eso hemos venido aquí.

— ¡Pues es lo que he dicho! Hemos venido a que nos digan cómo debemos sentirnos… Si estamos haciendo lo correcto, si debemos pertenecernos el uno al otro. Hemos venido a que nos digan si yo estoy enamorada de ti y tú de mí. Si podemos tener hijos un día, si nuestros proyectos valen la pena.

Mañana lo recordaremos como un día más entre muchos… miraremos con ojos cansados hacia el pasado y verás ¡Cómo todo ha valido la pena!

— Es curioso, entraremos allí y nos dirán a qué sabía ese helado que pedimos juntos en Sirmione y cuales eran las tonalidades del lago al caer la noche mientras los cisnes danzaban en esa tarde fría. Nos dirán que ya estaba todo perdido incluso en ese momento, que aunque no pudiéramos oírlas, ya sonaban las campanadas que tocaban las 12.

No recuerdo el sabor exacto de ese helado, pero nadie podrá decirme qué sabía distinto a como no lo recuerdo.

— Claro que podrán… porque no has observado los detalles, entonces alguien más podrá reescribirlos. Alguien más te dirá ¡Sabía horrible! ¿Acaso no recuerdas haberlo arrojado al piso con disgusto?

Nunca haría eso, y seguro que era delicioso.

— Lo hiciste, lo odiaste.

¿Lo hice?

— Pues sí. Y jamás vimos el atardecer. Porque no estuvimos allí en absoluto. No hay cisnes en ese lago.
Las tardes siempre fueron demasiado breves, quizás incluso nunca amaneció, y siempre fue de noche, nunca salimos del sofá, mirando eternos series sin sentido aferrados mutuamente, como dos árboles de distinta especie entrelazados hasta la muerte.

Hablas de los árboles parásito, los que observamos en Buenos Aires… en el jardín botánico.

— Volví a ver unos similares en Sevilla, al observarlos nos vi a nosotros dos… Y pensé ¿quién mata a quién? ¿Quién chupa a quién?
Al final creo, mueren ambos. No lo sé con certeza, ¿pero es el final de todo ser vivo cierto? Al final, uno se aprovecha de la vitalidad del otro hasta que lo drena completamente. Los árboles, no pueden quitarse esos parásitos de encima por sí mismos. Son especies quietas. Algún viento, alguna tormenta ha traído las semillas y las ha depositado allí encima accidentalmente. Y ahora les espera la muerte irremediable, el castigo mismo de haberse conocido en primer lugar, por una casualidad inesperada.

Lo dices de una forma muy trágica.

— Es trágico.

— No quiero que me digan lo que debo sentir, pues yo ya lo sé.

¿Y qué sientes?

— Que no quiero que me digan lo que debo sentir.

Es un bucle lo que dices, no tiene sentido.

— No necesito ayuda para encontrarle un sentido. No necesito que alguien más me diga lo que debo sentir o hacer. Y no te necesito a tí.

Eso duele.

— ¿Que no te necesite? Debería alegrarte. Pues no me aferraré a tí, no seré incondicional, no tendrás que estar allí para mí, ni yo para tí, no tendremos que preocuparnos ni estresarnos por las metas y objetivos del otro, por el trabajo o los estudios, por lo que hagamos o dejemos de hacer, no tendremos que estar allí, todo el tiempo haciendo lo que alguien más nos dicte en una sociedad costumbrista y asfixiada de tradiciones ridículas.

No volveremos a tenernos el uno al otro nunca más.

— ¿Acaso no es esa la razón por la que estamos aquí? …para no tenernos nunca más. Porque si nos quitan el sentido, nos quitan la esencia. Si nos quitan la esencia pues que sentido tiene amarnos, ¿que amaré yo de ti y tú que amarás de mí? ¿O acaso lo que te enamora es que te necesite?

Quizás deberíamos entrar… que nos expliquen de que va esto. Como deberíamos hacerlo…

— Yo no entraré, ve tú. No reescribiré nada de lo que hemos transitado juntos. Conservaré el sabor, el olor y cada sonido, conservaré cada roce en mi memoria. Todo eso, es parte de mi esencia.

¿Me esperarás aquí pues?

— …

--

--

Tiana

Diseño, ilustro, escribo, canto mal y tengo una extraña obsesión con el número 27.-